33. 7ª ETAPA: POR RUSIA ADELANTE

Vídeo de la frontera rusa

Nos quedamos en... que salía para la frontera Rusa. ¡Que coñazo! Interesante por lo que ves y aprendes de la gente del mundo, pero fue una pesadilla, horas y horas en la frontera. Como ya os conté un ruso me dijo aquí había por allí otro que hablaba español, y me llevo hasta un italiano de ¡150 kg! que estaba con su mujer rusa y su hija de unos cuatro años. Empezamos a hablar y me contó como es realmente Rusia, lo de los sobornos, lo vaga que es la gente, los negocios. Él se dedica a la exportación de licores y trata con lo mejorcito de la sociedad rusa; un mafioso para resumir. Sólo dos frases suyas, como ejemplo, y paso a otra cosa: "Rusia cojonuda, aquí las fiestas que se precian son a 1.000€ por persona" o "La comida es cojonuda y las putas están tiradas" En fin ¡Un prenda!

Se fue antes que yo, pues por tener una hija pequeña no tuvo que esperar en la frontera y lo pasaron antes.

Cuando llegó mi turno (después de 8 horas) siguiendo las instrucciones de Pilar – “tú vete siempre a la cola que atienda una mujer”-, me enrolle con ella y después de un regalito de unos globos, pá dentro. Una eslovenia me iba traduciendo, y entonces le tuve que contar que era un rally para ayudar a los niños del Sur y del Este de Rusia, además de a los de Mongolia. Y el truquito tuvo éxito, y es que los rusos odian a los mongoles.
Después de una carretera mala, mala, me eché a dormir en un aparcamiento para camioneros. ¿Era gratis? No sé, no pregunté, por si acaso.

Al hacerse de noche se me llenó todo el coche de mosquitos. Bueno, realmente, no eran mosquitos, eran mosquitas; que no picaban, pero no me dejaban dormir cada vez que pasaban cerca de la oreja. Yo creo que eran las conocidas "moscas cojoneras rusas". Al final, después de casi asfixiarme con el Aután, me puse el calcetín que me dio la organización del Mongol, que igual vale de bufanda, que de gorra, que de bozal, etc., tapándome toda la cabeza, y me puse unos guantes que tengo para averías en las manos y... dormí seis horitas de un tirón. Al amanecer ya no había ni moscas ni ná.
A las 6.00 (lt) estaba ya, de nuevo, en la carretera y cuando fui a desayunar me encontré con un equipo británico: El Team Swift. Se alegraron mucho de verme y los invité a un café. Son tres chavalotes, Paul, Michael y Perri P. de 22, 24 y 26 años. Los pobres estaban cagados: llenaban las garrafas de gasolina como si se fueran al fin del mundo. Se dormían encima de la mes, por que no sabían donde parar y condujeron toda la noche, los pobres. Escucharon con atención lo que yo les conté y ¡adelante! No los pude acompañar, porque habían reservado un hotel (vía Londres) en Moscú y se quedaban allí 24 horas para conoce un poco la ciudad. Desde luego los chavales son cojonudos. ¡Qué valientes!

El resto del día sin novedad, comiendo cacahuetes y almendras, parando de vez en cuando para estirar un poco las piernas, hasta que llegue a Novgorod. Pregunto por un hotel, pero me pierdo (lo normal si miráis los carteles lo comprenderéis, jajaja). Entonces me para un coche de policía, y me dice que estoy preso por hacer algo prohibido que no entiendo. Como ya iba avisado, comienzo la negociación y termino regalándole dos botellas de vino y unos globos, y con eso consigo que me escolten hasta el hotel. ¡Un cachondeo! Pero en ningún momento tuve sensación de miedo, o de que se fueran a complicar las cosas; estuve todo el rato extrañamente tranquilo. Mientras iban delante de mi, hacia el hotel, hice fotos (al coche) como prueba, y luego otra con el propio guardia sobornado; porque sin pruebas, lo cuento, y nadie se lo cree.

Bueno, ahora trataré de mandar las fotos para el blog y a dormir. Hoy creo que os vaís a aburrir de ver tanto material, jajaja. Besos a todos.

Vídeo del equipo inglés "The Team Swift"